HISTORIA

Un archipiélago vinculado a las olas

La vida en una isla está estrechamente vinculada al mar, a su exploración y su disfrute. Las primeras poblaciones de Canarias pescaban y marisqueaban en las costas, y también gozaban de tiempo de ocio en el mar. El Atlántico es un entorno familiar para quienes han pasado por este enclave.

Por eso, la rápida adopción del surf a partir de los años 70 no resulta extraño. El primer registro conocido de la práctica del Surf en Canarias llegó con Peter Troy en 1963, un intrépido australiano que recorría el mundo con su tabla.

Este hecho se vivió como una pincelada aislada. Las primeras comunidades de surfistas llegaron de la mano de personas procedentes de Estados Unidos, muchos de ellos desertores de la guerra de Vietnam. La primera comuna surfera se estableció en Arguineguín, en Gran Canaria, y desde allí se extendió al resto de las islas. Pronto, Punta del Hidalgo y Bajamar se convirtieron en uno de los núcleos donde más arraigó el surf.
Cuatro americanos se integraron en la comunidad local y atrajeron las visitas de surfistas peninsulares, europeos y de cualquier rincón del globo.
Los jóvenes del pueblo se sumaron a la práctica del surf. Como Francis y Pablo Arnay, Carlos “Coca-Cola”, Mamen y Fizco y los integrantes del actual grupo de “Las Viejas Glorias del Paso”. La afluencia de personas de la zona y extranjeras acabó estableciendo estos rincones de la costa lagunera como uno de los puntos más emblemáticos de la práctica del surf en Canarias.

A través del material fotográfico y audiovisual, y las tablas y enseres conservados se puede reconstruir la evolución y la historia de las últimas décadas de la zona de Bajamar – Punta del Hidalgo, Tejina y Valle Guerra.

Estos rincones de la costa lagunera, se convirtieron en un espacio de encuentro de la comunidad global del surf.

La ermita y su historia

La Ermita de Gran Poder, construida en 1881, es una filial de la iglesia de Punta del Hidalgo. Ubicada de camino a la orilla del mar, ha servido como punto de reunión de las asociaciones vecinales y como espacio expositivo. 

Considerada como un monumento histórico-artístico desde 1985, este espacio junto al mar ha sido utilizado como espacio de encuentro y comunidad. Entre sus paredes se han fraguado iniciativas y se han compartido piezas artísticas. Por todo ello es el lugar idóneo para acoger este recorrido por la historia del surf en Canarias y en el mundo.